La pasta la tiene el que gasta

De la serie: Correo ordinario

¡Ah, qué interesante el artículo de Borja Prieto que apareció en «Libertad Digital» hace tres días! En su fondo, no dice realmente nada nuevo, nada que no haya sido dicho antes por mucha gente, incluso pequeñitos como yo. Pero apunta una pequeña variación sobre el mismo tema que se me antoja sugestiva. Dice: «Dentro de unos años habrá empresas que cobren por promocionar música, libros o películas en las redes P2P o en sitios como YouTube o Last.fm. Los mismos que ahora se quejan de que sus obras se difundan libremente pagarán por ello. Y es que eso que llaman piratería no es más que la publicidad del siglo XXI». De hecho es la conclusión y final del artículo.

Me hace una especial gracia porque, si mi destino sigue el curso natural de la vida -es decir, sin accidentes, ni desgracias, ni otras luctuosidades-, llegaré a contemplar este escenario que Prieto describe. Y hasta creo que lo verá también mucha gente mayor que yo. En realidad, expone un más que claro modelo de negocio alternativo que, sobre no ser el único, probablemente será el más primitivo y pronto superado -y quizá sustituido- por otros más complejos y más rentables; pero siempre en la misma línea, siempre con base en la misma filosofía: lo que verdaderamente tiene valor, aquello donde está la pasta en serio, es la atención del usuario.

El modelo que expone Borja Prieto no es, por otra parte, revolucionario. Años ha, cuando los autores no me llamaban ladrón, algún disco que otro había comprado porque me había llamado la atención en un anuncio: por ejemplo, The New Seekers pudieron fumarse algún que otro cigarrillo (y su discográfica fumarse unos cuantos puros) gracias a que compré el disco con la canción I’d like to buy the world a coke que me cautivó en un anuncio de la CocaCola. Aunque bien pensado, este es un caso parcialmente contrario al que indica Prieto, porque, efectivamente, compré -me hice regalar, vaya- el disco de The New Seekers, pero sigo sin soportar la CocaCola que sólo bebo -y en contadísimas ocasiones- generosamente bautizada con ginebra (con ginebra de la mala, que no voy a estropear una exquisitez por un puto raf). Por cierto, que vete a saber el dineral en publicidad que habrán perdido los botarates de los titulares del copyright -que seguramente no serán los New Seekers, juégate algo, que no lo pierdes- al hacer retirar de YouTube un par de muestras de su música; podéis ver la frustrada en el enlace que os he puesto. Quedan -de momento- dos o tres que siguen haciendo que valga la pena ir allí (sin despreciar lo ilustrativo de la historia de esta canción y de los propios New Seekers que nos cuenta el autor del blog, que responde al nick de fidelon). Pero el hecho de que el ejemplo siga el vector contrario no constituye sino una excepción a la regla y, en todo caso, demuestra bien a las claras la interacción -productiva- entre la música y la publicidad (según el blog enlazado, The New Seekers realizaron la canción por encargo, luego cobraron y ganaron con ella antes de que fuera un éxito discográfico).

De cualquier modo, todos recordamos casos en que un producto se nos ha hecho simpático -y hemos llegado a consumirlo- atraídos por la canción -o por cualquier otro tipo de creación- del spot publicitario. Mucha gente se habrá afeitado o habrá hecho sus pinitos motociclistas en un determinado ciclomotor atraído por los dicharachos de Gila. Ahora mismo tenemos en pantalla hora sí, hora también, un perfume y un vermouth cuyos anuncios nos (al menos, me) hacen levantar la cara por la música de Edith Piaf (que seguro que, como yo, se inclinaría más por el vermouth que por el perfume). Bien, en definitiva, si los que se han apropiado de la música de Piaf van a ver un euro, es porque Martini confía en que yo compre su producto (que sí y no: compro el blanco seco, inigualable para los dry; por más Piaf que cante en rosa, esa cosa rosada no me llama…). Esto es, de hecho, de lo que está hablando Borja Prieto.

Lo que ocurre es que Edith Piaf es una artista, aparte de difunta, consagrada. Martini y el agua de no sé qué la habrán elegido entre diversas obras posibles, pero seguro que ninguna pertenece a un autor no consagrado: Martini y el agua de no sé qué, lo que quieren es vender -venderme a – Martini y agua de no sé qué. Los experimentos, pues, con gaseosa.

Si el autor pendiente de consagración quiere tener su oportuniá y no tenerlo más crudo que un torero en Catalunya, va a tener que jugársela: primero intentará que Martini le pague. No, chaval, no fumes cosas raras. Después, propondrá a Martini que le pague, pero poco. Nada, ni por esas. ¿Y gratis? No me hagas reir. Oiga, Martini: ¿y si le pago yo un poco? ¡Ah!, dirá Martini: ¿compartir el riesgo? Parlem-ne, que diríamos aquí.

Por lo tanto, dos premisas: primera, que la consagración del artista depende de ; segunda, que para que la cosa le funcione, Martini depende de . ¿Todavía hay algún botarate que crea que yo voy a pagar teniendo, como tengo, la sartén por el mango?

No, queridos: esto es el siglo XXI, no sé si os habéis enterado. Podéis cerrar las páginas P2P. Hacedlo, venga, estoy esperando… Podéis acerrojar toda vuestra producción. Adelante, va, que ya tardáis. Pero… ¿y la pasta? ¡Ooooooooooh! La pasta sigue estando en mi bolsillo, chatitos. Y tenéis que venir a buscarla.

Esta es la verdad última de todo el tinglado. ¿Que si no pago no voy a tener vuestra música? Pues no la tendré (de todos modos, hay casos en los que hasta pagaría por no oirla: igual ahí tenéis un nicho de negocio) porque no pienso pagar. Y a ver quién se va a cansar antes. ¿Os habéis enterado? esta es la ley, la única ley real y de cajón que ninguna ley estatal puede romper: la pasta está en mi bolsillo y no saldrá de ahí para vuestro producto. Tengo compras mejores en qué gastarla.

Vuestra única esperanza es asociaros con los que me venden los productos que sí compro. Y esta será la única manera en la que veréis mi dinero.

Así que dejaos de imbecilidades y proveed.

Tanto los comentarios como las referencias están actualmente cerrados.

Comentarios

  • starblank  El 17/12/2009 a las .

    Mmm… pues no sé, no sé… siempre pueden quitarnos la pasta a base de cánones; así pagamos, aunque no consumamos sus productos… qué chungo…

  • Monsignore  El 18/12/2009 a las .

    Caro figlio, te recuerdo que las subvenciones a la cultura salen de ese dinero público «que no es de nadie»…

    Como decía el payés, «ti pongas como ti pongas ti vi a juder»…