Alcaldada hereditaria

De la serie: «Pequeños bocaditos»

¿Hasta dónde llevarán los políticos sus despropósitos, sus alcaldadas y sus abusos? Es difícil de decir porque son récords que se baten a diario.

La última es barcelonesa y ya nos da una primera buena medida de la calaña del heredero. Pero requiere una explicación previa.

En Barcelona es ancestral la celebración de la fiesta de Pentecostés. Aquí la llamamos Segunda Pascua o Pascua Granada (siendo la de Resurrección la Pascua Florida). No es una fiesta en absoluto extraña ya que la celebra medio continente: Alemania, Suiza… No es sorprendente, pues se trata de una de las fiestas más importantes de la religión, de la tradición y de la cultura cristianas que, aunque no guste a unos cuantos (la Historia es así de antipática), determinaron la existencia, la morfología y el pensamiento de lo que hoy llamamos Europa y, sin necesidad de estirar demasiado el concepto, de lo que geopolíticamente denominamos Occidente. Se celebra cincuenta días (como la raíz griega de su denominación indica) después del domingo de Resurrección y, obviamente, siempre cae en lunes suponiendo con ello, de paso, un fin de semana alargado muy agradable para los barceloneses. No menos obviamente, es una fecha variable, y este año 2007 acaece en 28 de mayo (la Pascua de Resurrección es el 8 de abril). Es fácil de comprender, por otra parte, que muchas otras poblaciones de la conurbación de Barcelona, cuyos habitantes se ven fuertemente afectados por razones de trabajo cuando es día festivo en la capital, también elijan este día como una de las dos fiestas locales del año.

Pero este año, el heredero Hereu ha decidido enmendarle la plana al Espíritu Santo (cuyo advenimiento es lo que se conmemora en el lunes de marras) y exigirle que este año venga una semana después, el 4 de junio, con lo que el poncio dichoso ha convertido el pentecostés en casi casi un hexacostés.

Muchos os preguntaréis por qué el heredero comete tamaña estupidez, pero eso es porque no habéis tenido en cuenta el viento. Si os parárais a pensar, hallaríais que esta estupidez lo sigue siendo, pero que tiene una explicación. ¿Qué pasa el domingo 27? Eso es: es el día de las elecciones municipales. Y el heredero Hereu, cagado de miedo -y con razón- porque las trapazadas de Clos han quitado en Barcelona muchas ganas de votar sociata y podría resultar que el próximo tripartit barcelonés tuviera un alcalde de otro partido (por no pensar en un bipartit de la otra mano, menos improbable que en otras ocasiones y en absoluto imposible en esta) no quiere que se le escape de fin de semana un importante mordisco de la parroquia sociata que aún pueda quedar. Nada menos que un fin de semana largo a final de mayo, la época del año que en estas latitudes y en condiciones normales suscita mayor consenso térmico: los frioleros gozan ya de un suave calorcito y a los calurosos aún no nos agobian las temperaturas; o sea, la perfecta fiesta para largarse con viento fresco, apto para cualquier actividad playera o montañera (menos el esquí). Ni hablar. Por tanto, ordeno y mando que la fiesta se retrase una semana y cuestión resuelta.

Sólo que ese tío ignora -o lo hace ver- que las fiestas no son única y exclusivamente una ocasión para no ir al trabajo: las fiestas celebran algo que, dependiendo de las personas y de la propia fiesta, tiene una dimensión religiosa, tradicional o cultural. ¿Qué diría el heredero si le exigiésemos pasar la fiesta de la Mercè al mes de julio, tan aburrido desde que nos quitaron la fiesta de Santiago (aquí denominado Sant Jaume) que, además, conllevaba una popular verbena su víspera? Total, en septiembre tenemos las pilas recién recargadas y, encima, está el puente del 11 de septiembre, la fiesta autonómica catalana. También, mirando el calendario, podríamos ver que el día de Navidad cae… incómodo. Ese lunes 24, ahí tan solo, y la semana tan rota… ¿Por qué este año no celebramos la Navidad el viernes 28 de diciembre y así compactamos? Y, bueno, los catalanes podríamos celebrar nuestro irrenunciable Sant Esteve el jueves 27; total, el orden de los factores no altera el producto y de esta forma esa semana tendría, de lunes a miércoles, tres magníficos días productivos. También, para no andar jodiendo la marrana con sobrecarga de fiestas, el Año Nuevo podríamos celebrarlo el lunes 31 de diciembre y el día 1 de enero, ya desposeído de contenido, nos vamos a trabajar.

Pero bueno… ¿nos hemos vuelto locos o qué? Mejor dicho: ¿tan locos les ha vuelto a los políticos el ansia por el poder que ya no respetan nada, que montan a su conveniencia el calendario y hasta el mismísimo santoral? ¿Es que se cree el heredero que somos tan imbéciles como para tragar tan tranquilos sólo por el hecho de que no perdemos la fiesta laboral? Bueno, en esto último igual no se equivoca: me temo que sí, que igual somos tan imbéciles.

En fin: yo me iba a abstener en estos comicios porque, gane quien gane, con esa peña no hay esperanza para esta desgraciada ciudad pero, después de esta guarrada sí que voy a votar, ya lo creo que voy a votar.

A votar la opción –sea cual sea– que más joda a Hereu y a sus secuaces.

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Comentarios

  • Anonymous  El 02/02/2007 a las .

    Por higine democrática, CiU tenía que abandonar la Generalitat. Por higiene democrática, el PP y Ansar tenían que abandonar la Moncloa. Por el mismo motivo, después de estar desde 1979 en el poder, el PSC tiene que largarse del Ajuntament de Barcelona.