Archivo mensual: noviembre 2010

El botín del abordaje

De la serie: Correo ordinario

Ha llegado el momento de afrontar un análisis que me resulta temible; temible porque las verdades -las subjetivas verdades de uno- a veces ofenden y me jorobaría mucho ofender a amigos, a compañeros, a gente que se está dejando la piel por los derechos de todos; pero las cosas hay que decirlas -y debatirlas, por supuesto, nadie pide adhesión inquebrantable- porque, si no, no se avanza. Me estoy refiriendo a la singladura electoral de Pirates de Catalunya (PIRATA.CAT) en las elecciones autonómicas catalanas y a sus resultados.

Se han obtenido, como es sabido, seis mil y pico de votos. En una visión positiva, podemos decir que son más votos de los que ha obtenido un partido que en Madrid tiene representación parlamentaria, como la desdichada UPyD de Rosa Díez; en una versión negativa, constatamos que el CORI de ese esperpento de difícil clasificación, ha obtenido más votos, no muchos más (unos quinientos y algo, si no me traiciona la memoria), pero más.

¿Estamos ante un éxito o ante un fracaso?

Hay razones para verlo de las dos maneras: una campaña tardía y con medios verdaderamente paupérrimos (la pobreza es el impuesto obligado por la independencia), a cargo de un partido cuya existencia oficial no fue tal hasta poquísimas semanas antes de los comicios -abocados ya prácticamente a la campaña electoral- podría otorgar un valor importante al hecho de que más de seis mil personas -que, una por una, resulta que son unas cuantas, aunque su peso electoral sea insignificante- hayan decidido votar Pirata y rechazar otras opciones más normales; pero también puede ponerse de relieve el hecho de que, aunque se pinte de fucsia, seis mil votos constituyen una nimiedad y un resultado absolutamente irrelevante a cualquier efecto, vamos a utilizar palabras blandas para no echar vitriolo sobre carnes abiertas.

Yo, la verdad, me inclino un poco por la versión que apunta al fracaso. Una cosa es no haber conseguido un escaño, que todos sabemos que era dificilísimo hasta la práctica imposibilidad (recordemos que, además, Pirata ha sido sistemáticamente ninguneado en los medios de comunicación, pero después iremos a eso) y otra un resultado tan paupérrimo. Con cincuenta mil votos, tampoco se hubiera conseguido un escaño pero, indudablemente, la valoración hubiera habido de ser muy distinta. Radicalmente distinta, porque cincuenta mil votos, aún sin diputado, nos hubieran llevado a una más que justificable euforia, sobre todo por el futuro, ciertamente brillante, que un resultado así hubiera augurado.

¿Qué ha pasado, pues?

Para empezar, se ha hecho una mala campaña. Y estoy pensando en Internet, no en la calle (en la que no cabía esperar ver nada… pese a que, aquí y allá, algo se ha visto, según me han dicho). La verdad es que ya vamos mal si un partido que lleva la Red en su ADN, no sabe manejarse en ella con eficiencia y lo cierto es que su campaña digital ha tenido la soltura de un tendero novato que ha hecho un cursillo. Montar una página web y esperar a que el personal venga a ver, no parece ser la forma más moderna de vehiculizarse en Internet, a punto de comenzar la segunda década del siglo XXI.

Más allá de un usuario de Twitter y otro de Facebook, de unos cuantos -más bien pocos- forofos en esos medios y la ayuda -al alimón, sin coordinación ni guía previa alguna- de unos cuantos bloggers -alguno, ciertamente, de prestigio, como Sánchez Almeida- la campaña en Internet ha sido completamente plana. No ha habido presencia Pirata o, cuando menos, la presencia que cabía esperar de ese ADN internauta. Dicho de otro modo: no se ha sabido gestionar -hasta donde es gestionable, ojo- el efecto viral, que es la fuerza de la red. ¿Ha habido algún sabotaje por parte de páginas o entidades líderes? No se ha denunciado tal cosa. En páginas importantes no ha habido, efectivamente, presencia Pirata o no la ha habido apenas: ¿boicot de sus propietarios o falta de habilidad Pirata?

También ha habido deficiencias en el mensaje y en su expresión. Por ejemplo, la respuesta salomónica elegida para contestar a la pregunta (¿qué haréis en temas ajenos a ese vector específico?) ha sido, a mi modo de ver, una respuesta torpe, indefinida e insuficiente. Responder que se actuará de conformidad con la Declaración Universal de los Derechos Humanos es una futesa y una obviedad, entre otras cosas porque lo dispuesto por dicha declaración es, en España, ley de obligado cumplimiento en su mayor parte. Pero es que, además, lo normal en el día a día de la cotidianidad política es que todas las propuestas que se formulen en un determinado tema, aún contrapuestas, sean todas acordes con la normativa de derechos humanos, no faltaría más. Es que no puede ser de otra manera. Es como si, al preguntarle a alguien por el tipo de vehículo que utilizará al desplazarse por una autopista, respondiera: «en un vehículo a motor». Nos ha jodido, claro que en un vehículo a motor: es que no puede ser de otro tipo. Pero, siendo todos ellos vehículos a motor, no es lo mismo un turismo, que una moto, que un camión o que un autocar.

Ni siquiera ha habido una clara definición en el mensaje específico. Es verdad que en su página web colgaron un programa a base de unos cuantos puntos, pero eso se me antoja insuficiente: cuando se es un partido serio y se pretende un voto serio, hay que redactar una propuesta amplia que recoja todas las posibilidades programáticas, más allá de vehículos a motor y de promover el conocimiento libre. A la Asociación de Internautas, por ejemplo, le basta y sobra con oponerse, sin más, al canon digital; las alternativas para compensar a los autores no son cosa nuestra. Sí que lo son, en cambio para un partido político. Un partido político no puede permitirse el lujo de decirle «no» al canon: tiene que formular alternativas, alternativas concretas y específicas que puedan ser debatidas en su pormenor y ante las cuales el ciudadano pueda optar, con pleno conocimiento de causa, por aceptarlas o no. Desde un «no», sin más, pueden cometerse verdaderas atrocidades, como, por ejemplo, suprimir el derecho de copia privada. Ya sé -sabemos- que Pirata jamás nos haría esa barbaridad, pero nunca hay que dar nada por supuesto: el mensaje debe ser claro, inequívoco y detallado.

Cuando uno se presenta a unas elecciones, entra en un juego que tiene reglas específicas hay que estar a ellas o, de lo contrario, el elector pasa factura. El factor de seriedad de un partido se mide por la especificidad y la sólida estructura de su mensaje; una opción electoral no consiste en cuatro berridos en un mitin: el mitin tiene su lugar, pero un programa ampliamente expuesto es necesario como guía de debates y como forma de explicar lo que se quiere y lo que va a hacer.

La gente acude a votar pensando en sus problemas y va a votar a quien cree que realmente va a solucionárselos -o, bueno, cuando menos, a no empeorárselos- no a quien dé más gritos, por más que esos gritos le resulten gratos. A la hora de poner un plato en la mesa a los hijos, las consignas no son más que ruido y lo que cuenta es la sustancia que hay en el puchero. Si hay Pirata en próximas elecciones será absolutamente imprescindible que tenga esto muy en cuenta, si no quiere volver a tener apenas unos pocos milillos de votos.

En otro orden de cosas, la presencia de Pirata fuera de la Red ha sido nula, muy inferior aún a la de la propia Red, que ya hemos visto que no ha sido precisamente una alegría. Ahí la culpa no ha sido del partido. Está claro que, sin medios materiales, no se está en la calle, por más imaginación que se le eche. Si a la falta de medios económicos se añade el claro ninguneo a que Pirata ha sido sometido por los medios de comunicación, ninguneo que se parapeta tras un sistema que sólo concede derechos a los partidos con representación parlamentaria, ya tenemos el cuadro completo. De todos modos, este ninguneo era más que previsible: los medios de comunicación viven de la explotación de la propiedad intelectual y, lógicamente, no van a darle cancha a quien pretende comprometer muy seriamente su pingüe -aunque decadente y moribundo- negocio. Pirata ya debió haber contado con eso y la queja, en su caso, es aceptable a fuer de formularia, pero no como pretensión real de enmienda al respecto.

¿Tiene, pues, futuro la alternativa Pirata?

Yo creo que puede tener su lugar en el espacio, sobre todo mientras la chusma política profesional esté más pendiente de los intereses de los lobbys que de los de los ciudadanos, eso está claro. Mi voto a un partido univectorial -tipología política que siempre he criticado y siempre criticaré- se explica solamente por esta vía y me imagino que algunos votos más -no puedo saber si muchos o pocos- también tendrán que ver con eso. La razón de ser de un Pirata sólo puede residir en un PSOE, un PP, un CiU o cualquiera de los demás, sirviendo ciegamente a los intereses de una industria -incluso, a veces, como en el caso del software, a los de una sola marca- ciscándose en los intereses y las necesidades de los propios ciudadanos y del país.

Así las cosas, y siendo la materia objeto del vector único pirateril una materia crucial para el desarrollo tecnológico y económico -ergo también social- de España en su conjunto y de cada una de sus regiones y ciudades, creo que Pirata debe perseverar porque es necesario, porque está llamado a remediar o, cuando menos, paliar, las brutalidades que los politicastros están cometiendo con la ciudadanía.

Pero hay que mejorar resultados. Más allá de que se consigan escaños o concejalías, hay que mejorar resultados. Cincuenta mil votos en Catalunya -que, repito, no hubieran dado para un escaño- hubieran levantado una nube de miedo en el enemigo y quizá algunos atentados contra las libertades cívicas hubieran podido paliarse al menos un poco, con ese simple hecho, sin más. Que es realmente el valor que hay que perseguir: lograr un diputado es un sueño -quizá al alcance en un futuro- pero una buena demostración de fuerza puede ser suficiente para conseguir que los Olcese y demás hierbas se metan la lengua en el culo y se vean obligados a templar gaitas.

Hay dos oportunidades más: una dentro de seis meses y otra dentro de poco más de un año (o quizá menos o mucho menos, si Toxo no se había fumado nada el viernes pasado). Creo que se puede llegar a esas cifras que produzcan escalofríos a los malos, pero hay que trabajar mucho, y trabajar, además, con seriedad y con rigor. Y cuidar más la imagen. Hay que dejar un poco al margen la rasta -no totalmente, sólo un poco- y lograr un espacio de identificación familiar en ese imaginario Pirata; hay que asociarse correctamente con la sustancia del puchero a que antes he aludido para que el padre de familia vea a Pirata como una opción. Mucho trabajo y de mucha calidad para el que queda poco tiempo, sobre todo si contemplamos la enormidad del desafío local y autonómico de la próxima primavera.

Es también necesario gestionar mucho mejor la Red, hay que contar con los gurús de la misma (haciendo las reverencias necesarias e inevitables para engrasar su ego) y hay que divulgar un mensaje, claro, inteligible y completo que pueda ser asumido por un padre de familia preocupado por su futuro y por el de sus hijos, que pueda ser reenviado exponencialmente (el efecto viral que decía) sin que nadie se avergüence de hacerlo.

Porque no hay más cera que la que arde.

Mas…¿y mejor?

De la serie: Correo ordinario

Bueno, pues ya tenemos aquí los resultados de las elecciones de Catalunya, los resultados reales, más allá de las encuestas. El jueves, si mis complicadas circunstancias actuales me permiten reemprender las habituales paellas, haré mis propias y cervecescas valoraciones políticas de lo que ha pasado, pero hoy toca afrontar la realidad y su futuro.

Convergència i Unió ha ganado claramente las elecciones y, aunque no ha obtenido mayoría absoluta -le han faltado seis diputados para alcanzarla- lo cierto es que va a poder gobernar en una muy cómoda minoría y siempre encontrará votos aliados para cada cosa complicada a cambio de regalitos no muy caros (aunque ese tipo de regalitos acabe costándonos a los ciudadanos un Congo, pero bueno…). Por regalitos caros -a estos efectos- entiendo, por ejemplo, repartir poder serio entre gamberros casi de folletín y labrarse, gracias a ello, una catástrofe electoral de aquellas que tienen unaimportante inercia… municipal… y quién sabe si estatal. Pero no nos vayamos por los cerros de Úbeda.

Con CiU nos esperan, desgraciadamente, pocas sorpresas. He dicho muchas veces que lo único bueno que cabe decir de CiU -en lo que a los intereses que se reflejan habitualmente en esta bitácora respecta- es que, cuando menos, no engaña. Pero nada más. Damas y caballeros: decir CiU, en este terreno, es decir Micro$oft. Y no hay nada más que hablar. Vamos, al menos, así quedaron las cosas cuando en 2004 emprendieron la travesía del desierto.

¿Habrán evolucionado en estos seis años? Yo espero que sí, pero tengo mis dudas.

Es posible que, ante la ineludible necesidad de recortar gastos en la Administración de la Generalitat, alguien del partido comente que, bueno, ejem, las licencias cuestan un pastizal y, en fin, el invento de los rojos pringaos estos puede cubrir el expediente por mucho menos dinero y, además, hombre, daría buena fama al partido en el mundo de los frikis estos. No es que sean muchos ni que se caractericen por votar demasiado, pero si les hubiésemos tomado el pelo con un poco de gracia, como hizo ERC en su día, pues igual un escañito o dos más hubiésemos sacado. Total, un Tinell más… ¿qué importa al mundo?

Pues sí, es una línea de pensamiento perfectamente asociable a una CiU que se va a encontrar con los cajones llenos… de facturas pendientes de pago. Lo que ocurre, es que Micro$oft ya tiene previstos los problemas de este tipo y los soluciona regalando cosas. Lo importante es no perder terreno. Hace, nada, dos días, un docente de Castilla-León me comentaba que a esa comunidad autónoma, Micro$oft les había aportado soluciones en cantidad y… bueno… decía que en calidad… muy importantes, y por muy poco dinero. Poquísimo. Evidentemente: cualquier cosa antes de que se echen al software libre. Ya recuperaremos más adelante esa pasta, ahora de lo que se trata es de seguir ahí como sea. Regalando, sobornando… Como sea. Por eso, aunque alguien en CiU llegue a pensar en una solución verdaderamente buena, eficiente y económicamente asumible… ahí estará Micro$oft para pararle los pies.

La derecha no es un buen caldo de cultivo para soluciones comunitarias verdaderamente progresistas. Quien cree en la empresarialización hasta de los servicios públicos no va a cambiar esa mentalidad en ningún aspecto a poco que… los ciudadanos paguemos la cuenta, tanto si nos gusta como si no.

El único consuelo es que, verdaderamente, perdemos bien poco.

El tripartit, ayer fenecido en olor de su propia mierda, no hizo sino llenarse la boca con grandes palabras, grandes promesas y… grandes trolas. Como dije yo el otro día, lo único en limpio -nunca mejor dicho- que hemos sacado de ahí es la distro Linkat, una adaptación de OpenSuSE para la educación catalana. Pero Linkat no constituyó nunca un verdadero proyecto de política tecnológica de envergadura, sino la obra de una guerrilla que, a modo de mosca cojonera, se dedicó a fastidiar al maragallismo educativo -una de las grandes catástrofes de la educación catalana, por cierto- hasta que se les permitió instalar, como quien dice, una máquina a la puerta del retrete. Ni siquiera en el fastuoso programa EduCat 1×1, la más sonada tomadura de pelo en la catalana historia de las TIC y de la educación, Linkat motorizó como sistema operativo único los ordenadores promocionados orbi et urbi por el Govern, y hubo de conformarse con convivir en arranque dual con el malware norteamericano. Un desastre.

No vamos a echar de menos al tripartit, desde luego, pero no está tampoco el futuro para echar las campanas al vuelo. Lo peor, además, es que la sociedad civil catalana en el ámbito tecnológico es prácticamente inexistente. Aunque nos pusiéramos a la tarea ahora y en serio -de lo cual me quedan personalmente muy pocas ganas: las TIC catalanas son mi decepción vital y mi quemazo personal-, no lograríamos construir algo con cara y ojos (y eso trabajando mucho y bien) hasta casi el final de la legislatura; bueno, que ya estaría bien, porque después de estas elecciones y de esta legislatura, vendrán otras elecciones y otra legislatura: cuatro años son años, pero acaban transcurriendo, si no se hunde el mundo, y mejor construir algo bueno y sólido para que funcione dentro de cuatro años que no hacer nada y que todo siga igual dentro de cuatro, dentro de ocho y dentro de doce. Pero no deja de ser irritante la constatación de la oportunidad perdida… y la poca esperanza en que la sociedad civil catalana in pectore se vaya a poner las pilas para hacer algo bonito dentro de cuatro años. Seguramente -y a todo estirar- abriremos (abrirán) un wiki. El enésimo.

Estamos ante el primer cambio político que contempla «El Incordio», que cumplirá siete años el próximo mes de mayo y que, por tanto, nació con el zapaterismo y con el tripartit. A este último ya se le ha dado carpetazo y en Catalunya, a partir de hoy, pinta ya otra cosa. Por desgracia, en nuestra área específica, lo único que pintan son bastos. Para «El Incordio», pues, nada ha cambiado y, por tanto, en «El Incordio» nada cambiará.

Si alguien dudó alguna vez de mi independencia -que no me consta, la verdad- va a ver desde ahora mismo que esa duda no tenía ninguna razón de ser.

Habrá que seguir incordiando. Por desgracia.

Bajo las alfombras

Artículo publicado -originalmente en catalán- en el blog de Pirates de Catalunya

El caso Palau, el affaire Santa Coloma, la mafia de Ciutat Vella (casco antiguo de Barcelona)… ¡Cuánta suciedad! Y todos nos horrorizamos pensando cuánta más debe haber cuando vemos el urbanismo en nuestras costas (la del Maresme y la Costa Brava, prácticamente han desaparecido, y lo mismo cabe decir del litoral tarragonés, Costa Dorada, le llaman, debe ser por los que se han llenado los bolsillos a cascoporro), en nuestras montañas e, incluso, en los valles metropolitanos. No hay forma de mirar un ladrillo sin ver detrás dinero, dinero sucio, dinero de corrupción.

Pero… ¿Y lo que no se ve? Porque la corrupción urbanística la tenemos delante, bien presente. No sabemos quién, ni cómo, ni cuándo, ni qué, pero podemos oler la porquería sólo con ver el cuerpo del delito, el cemento, el vidrio, el acero… el ladrillo, claro. Pero hay mucha más corrupción, otro tipo de corrupción que no se ve, pese a que es tan poco sutil como la urbanística, que canta de la misma forma, pero que queda disimulada detrás de materias a las que la gran mayoría de los ciudadanos es ajena (y ya hay quien se encarga de que siga así, en esta tan conveniente y alejada ignorancia), como son las tecnologías, o bien se trata de cosas elegantes, como la cultura, una palabra que -no nos engañemos- también tiene un significado alejado para muchos pero, contrariamente a lo que sucede con la tecnología, nadie osa reconocerlo.

Cuando llegó el tripartito -el primer tripartito- se firmó con mucha pompa, mucha ceremonia y mucha cagarela el famoso Pacto del Tinell, con el acompañamiento musical del llavero de Carod ¿os acordáis? Bueno, pues en aquel pacto del Tinell, pensaron en las tecnologías y las colocaron en un pequeño párrafo tirado por allí en medio del texto, y disponía la adopción generalizada de tecnologías libres: formatos, software… Cataluña se disponía a adelantar a Extremadura como un Ferrari rebasa a un seiscientos en una recta de autopista. Pero nada: ni Ferrari, ni autopista, ni nada. Medio año después, ya veíamos que aquí no se pasaba del burro y del camino de herradura. Después, ya con el segundo tripartito, ni burro, ni carro, ni nada: simlemente, se acabó lo que se daba y se volvía -suponiendo que se hubieran ido- a los amorosos brazos del monopolio norteamericano. A todos los niveles: Generalitat, Ayuntamiento de Barcelona… en todas partes. Ahora, con el tripartito a las puertas de la morgue, el único saldo positivo -aparte de mucho blablabla, mucho impreso en papel couché, proyectos, promesas y gilipolleces varias- resulta ser la distro Linkat, obra de esforzados activistas del conocimiento libre encuadrados -a modo de guerrilleros- en el Departament d’Educació, que ha quedado como plato de segunda mesa en el proyecto EduCat 1×1, otra gorda, ya que hablamos de suciedad. La realidad, triste y terrible, es que hoy Cataluña es territorio conquistado por Micro$oft y que esta conquista no va a correr peligro -al contrario- con el probable advenimiento de CiU al Gobierno de la Generalitat. Muchas voluntades han sido, redondamente, compradas. Muchas.

Lo verdaderamente alucinante es que todo eso -y más que veremos a continuación- haya podido ocurrir en medio del silencio sepulcral de los ciudadanos. Se explica por aquello que he dicho al principio: el analfabetismo digital del ciudadnao medio es proverbial. Pero… tampoco eso es del todo exacto, quizá no haya habido tal silencio sepulcral. Es cierto que se han podido oir voces de denuncia desde diversos ámbitos del software libre y del conocimiento libre en general. Lo que sucede, sin embargo, es que el activismo catalán pro-tecnologías abiertas es fragmentario y atomizado; no existe en Cataluña una organización puntera como en el común de España lo es la Asociación de Internautas o como, en otras épocas -ahora está muy lánguida-, lo fue Hispalinux. Como ya hace tiempo diagnostiqué, en Cataluña sólo hay pequeños grupos -microgrupos, realmente- vinculados y cohesionados por un proyecto muy concreto (y, en no pocos casos, de gran calidad) o por afinidades personales que vienen de muy atrás en el tiempo. Su activismo no va más allá de sus propios muros -materiales o intelectuales- y en algun caso incluso puede detectarse vinculación ideológica y hasta de partido. No existe, en todo caso, una sociedad civil fuerte que de respuesta, ni mucha ni poca, a este estado de corrupción generalizada en el ámbito tecnológico.

Si vamos al ámbito cultural, varía el decorado, pero no el problema: ingentes cantidades de dinero público se destinan a manifestaciones musicales, literarias o cinematográficas designadas por los intereses de las grandes empresas de la industria del ocio, secundariamente también al clientelismo de partido y, muy en último término, a la promoción lingüística. Sabemos que no pocos ayuntamientos, a la hora de decidir las actuaciones de sus fiestas mayores y de otras manifestaciones públicas, reciben catálogos de artistas elaborados desde el núcleo central del partido en el poder en el respectivo municipio. Y si esta situación es muy triste en sí misma, es aún peor si pensamos en la discriminación y el abandono que sufren proyectos culturales de base, trabajos realizados fuera de los circuitos comerciales, en muchos casos de gran calidad, y no sólo de gran calidad artística, en un sentido formal, sino también desde una perspectiva intelectual, dotados de contenidos que, de muy ingeniosas maneras, inducen a la reflexión y a la concienciación cívica, entendida no como la asunción de la consigna políticamente correcta (eso ya lo hacen los comercialmente consagrados) sino como una estructura dinámica de vectores ciudadanos. Y eso, esta situación, también es corrupción: no sólo económica, sino también dmocrática. Y pasa despercibida.

Hace falta, pues, y con urgencia, una voz, una voz pública, clara y fuerte. Tenemos que salir, por pura supervivencia tecnológica y cultural, de este silencio -antiguo y muy largo, que decía Raimon- que nos ha impuesto el control de los medios de comunicación a cargo de grupos empresariales que canalizan sus intereses en el ámbito público apadrinando políticos; y, encima, este padrinazgo se retribuye con el dinero de todos.

Es necesario, tanto como el oxígeno que respiramos, que Pirates de Catalunya tenga voz en el Parlament para que haya alguna esperanza de que esta tecnología y esta cultura, que están ahora en manos de minorías enemigas de la ciudadanía, lleguen a ser verdaderamente populares, lleguen a ser de todos, algún día. Necesitamos actas parlamentarias que reflejen verdades, verdades duras y necesarias -no los lugares comunes de los políticos venales- que los comunicadores podamos divulgar en Red y fuera de la Red. Necesitamos que desde el Parlament se sacuda a los ciudadanos, se les saque del marasmo de ignorancia y de desinformación al que se les ha sometido para que todo el mundo adquiera la plena conciencia de lo que nos estamos jugando todos, de lo que nos han robado ya y de lo que aún pretenden robarnos en el futuro.

Nuestra defensa está en nuestras propias manos. Recordémoslo el próximo domingo 28.

Escribiendo para Pirates

De la serie: A la bi, a la ba, a la bim-bom-ba

Me halagaron pidiéndome un artículo para su blog, y ya lo han subido. Está en catalán, pero mañana lo traduciré -a ver si tengo tiempo y ocasión, que la cosa pinta difícil- y lo subiré aquí mismo.

Força Pirates!!!

No tenéis vergüenza

Carta abierta a los diputados y senadores españoles

Señoras y señores diputados (y, casi a última hora, añado también «senadores»):

Hace unos pocos días, varios miles de ciudadanos remitimos a Ss.Ss. mensajes de correo electrónico pidiéndoles que se opusieran a la disposición final primera del proyecto de Ley de Economía Sostenible mediante la presentación de enmiendas que llevaran a la desaparición pura y simple del texto o bien a su modificación de forma que mantuviera incólumes los derechos fundamentales de los ciudadanos.

Que iban a hacer poco caso a nuestra petición es algo que ya entraba en nuestros cálculos. Ya les conocemos a ustedes y sabemos perfectamente de qué pie cojean. Pero lo que han hecho Ss.Ss. con nuestros mensajes no tiene nombre. Los han borrado. Los han borrado sin más, sin leerlos, siquiera. Los han borrado a saco. Han baneado brutalmente a ciudadanos que con toda legitimidad se dirigían a Ss.Ss., como supuestos representantes de la ciudadanía, efectuándoles una petición perfectamente normal y digna, cuando menos, de consideración.

¿Quiénes se creen Ss.Ss. que son? ¿Qué especie de defectuoso proceso mental les ha llevado a su autodeificación, a creerse una especie de raza superior, como si fuesen los arios de España, a instalarse en una especie de Olimpo ubicado por encima del bien y del mal? ¿De qué bien y de qué mal, ya que hablamos de ello?

Contra lo que alguno de ustedes, en su infinita ignorancia o con una inconmensurable y nada sorprendente mala fe, ha venido a decir, estos envíos no respondían a ninguna tipología de spam. El spam -ustedes, que han legislado contra él, deberían saberlo y no lo saben– es el envío masivo de mensajes de correo electrónico no deseado con contenido comercial. Porque, de no ser así, los primeros spameadores resultarían ser ustedes, cuyos partidos se apropian de nuestros datos censales para bombardearnos despiadadamente con sus peticiones de voto e inundar con ellas los buzones de nuestras casas, tal como ahora mismo estamos sufriendo todos los ciudadanos de Catalunya, y tal como el conjunto de los españoles sufriremos otras dos veces en el curso del próximo año y medio. Estos envíos que Ss.Ss. han despreciado, sobre los que han escupido sin preocuparse siquiera de disimular (¡llamando incluso a los informáticos para que les borraran todo ese correo!) han sido realizados individualmente por ciudadanos perfectamente identificados. No se han hecho sobre la base de un texto prefabricado sobre el que solamente había que pulsar un botón para enviarlo: cada uno de nosotros ha escrito su propio texto; con mayor o menor fortuna, supongo, pero con el mismo derecho, con un derecho sobre el que Ss.Ss. se han ciscado de manera inmisericorde.

Se me viene a la memoria aquella filípica de Pilar Manjón, la presidenta de la Asociación de Victimas del 11-M, y recuerdo cuando, ante la comisión parlamentaria creada aún no sé muy bien para qué, clamaba casi como una súplica: «¡Ustedes son de los nuestros!»; y mientras lo decía, algunos de ustedes leían el periódico. Y no me vengan con que ese fue Fulano de Tal, que es de tal partido o de tal otro porque ¿saben qué? TODOS USTEDES SON IGUALES. Sí, sí, ya lo sé, hay excepciones y tal día este dijo aquello y tal otro dijo lo otro. Pamplinas. De vez en cuando, alguno de ustedes recuerda lo que es el decoro, aunque sea por lejanas referencias, y se tapa las vergüenzas con un guiño de complicidad con la ciudadanía, un guiño fugaz, en plan laissez faire, laissez passer, un guiño que, frecuentemente, apesta a beso de Judas. Lo repito y lo reitero: TODOS USTEDES SON IGUALES. Y ahora pónganse Ss.Ss. hechas unas fieras diciendo que no, que esto es injusto, que no se puede pasar a todos por el mismo rasero, que ustedes trabajan abnegadamente por la ciudadanía y todo el resto de la cagarela: los ciudadanos sabemos muy bien lo que son ustedes; quizá no sepamos quiénes -apenas conocemos más abajo del número 6 de cada lista, y eso los más informados- pero sí lo qué. ¿Por qué creen que sudamos la gota gorda para elegir a quién votar, en un vano intento de encontrar a alguien fiable en estas listas de apparatchicks que ustedes nos plantifican delante cada cuatro años, sin que nosotros sepamos quién, cómo y por qué se ha puesto ahí a esa gente? ¿Por qué creen que en proporciones cada vez más cercanas a la mitad, los ciudadanos dejamos de ir a votar?

Los ciudadanos les importamos a ustedes un ardite. Nada. Sólo somos, para Ss.Ss. estúpidas máquinas de votar y ni siquiera les hacemos falta todos: basta con que, el día electoral (la fiesta de la democracia, le llaman… ¡qué cinismo!), vayamos a hacer el tonto ante las urnas en número suficiente como para que ustedes puedan repartirse el pastel. A partir de ahí, ya podemos volver a la oscuridad y al guano, ustedes ya han sido ungidos como sumos sacerdotes del poder y a nosotros sólo nos queda el vasallaje y el silencio.

¿Para qué crear en el Parlamento una sede electrónica? ¿Se les había ocurrido, acaso? No… ¿para qué? ¿Para escuchar lo que tienen que decir estos pobres cerdos que, desgraciados, tienen que pagarse de sus propios bolsillos sus coches, sus ordenadores, sus terminales de telefonía móvil, sus billetes de tren y de avión, sus restaurantes y todas esas cosas que hace la purria? ¡No! Ss.Ss. no tienen que rebajarse a algo tan plebeyo.

Y eso de tener buzones de correo electrónico públicos, oigan… ¿por qué no los suprimen? ¿Por qué tener que soportar la verborrea de tanto friki? ¿Por qué tener que descender del Olimpo para decirle al informático que borre todos los mensajes de correo electrónico, anda, hazme el favor, que yo estoy haciendo cosas importantes y no puedo perder tiempo en tonterías? ¿Ciudadanos pidiendo ¡exigiendo! cosas? ¿A Ss.Ss.? ¿Dónde se ha visto?

Además, las personas importantes, las que de verdad cuentan, tienen sus números de teléfono directos ¿verdad? Ellos no han de perder el tiempo con escritos, ni en papel ni en bytes, basta con que su secretaria marque un número para que, al otro lado, se ponga otra secretaria que, al conjuro de su nombre -y de su lobby– pase la comunicación no inmediata sino instantáneamente. ¡Chusma ciudadana! ¡Pendejos electrónicos! ¡Qué asco, por Dios!

Los dirigentes de las compañías de telecomunicación, de la industria cinematográfica, discográfica, editorial, de las sociedades de gestión de derechos de autor, ellos sí son damas y caballeros ¿verdad? Gente amable, obsequiosa (muy obsequiosa), con la que Ss.Ss. se sienten al debido nivel; así da gusto, caramba, hablando entre dioses o como cardenales en un cónclave, lejos de esa chusma inmunda que no para de tocar los cataplines venteando sus derechos. ¡Sus derechos! Ya ves: pretenden tener derechos y todo. Total, para usarlos en molestar a esos señores tan elegantes que les retribuyen… con su deferencia, su exquisito trato… ¡Con esos señores, que hasta ministros engendran directamente! O que se toman la molestia de darles las leyes ya hechas, ya redactadas (Rafael Sánchez [a] Sánchez I El Legislador, dixit), para que Ss.Ss. no tengan que perder el tiempo distrayéndose de sus altas ocupaciones y de sus importantes actividades dentro del partido destinadas a mantener tan severa responsabilidad cuantos más años mejor.

Porque encima, terminando de escribir esta carta, que llevaba dos o tres días congelada por razones ajenas al caso, me llega la noticia de que han rechazado una moción en el Senado que instaba al Gobierno a implantar por ley la neutralidad en Red y que la razón de este rechazo es (cito textualmente) «factores externos que denigran el trabajo de esta cámara». ¿Qué pasa? ¿Ha entrado Tejero otra vez? Y, por cierto… ¿qué factores son estos? ¿La voz de los ciudadanos, acaso?

¿Ven Ss.Ss cómo tengo razón? ¿Ven Ss.Ss cómo todo tremendismo verbal -y ojo, que esta vez no me he pasado- se queda corto?

¿Ven cómo no tienen vergüenza?