El jueves por la noche llegó a mi buzón de correo personal (no tardará mucho en llegar también al profesional) una convocatoria de la Fundació Barcelona Digital; nada extraño: recibo uno o dos al mes y asisto de cuando en cuando a algunas que me susciten algún interés y siempre que no me obliguen a tomarme horas moscosas o, por lo menos, no un número excesivo de ellas.
Pero la convocatoria, en esta ocasión, me dejó boquiabierto: nada menos que una impresionante sesión de cepillado a la salud de Micro$oft, al parecer ahora constituida en empresa almogávar y nao capitana de las Cataluñas irredentas. Así nos luce el pelo. Pero, claro, hay que ver lo que es la Fundació Barcelona Digital: entre sus patronos, destacan la Generalitat de Catalunya y el achuntamén de Barcelona, o sea, que hay pasta pública por un tubo; pero también cuenta con la participación en su patronazgo de empresas como T-Systems (eterna vencedora imbatible de las licitaciones de ambas administraciones públicas y, claro, a donde va la gente, va Vicente), HP, IBM, Telefoníca, «la Caixa» y varias más entre las que, naturalmente, no podía faltar la dichosa Micro$oft. En el acto en cuestión intervendrán -supongo que con un pañal puesto para que no se les derrame por la pernera la abundante colonia Lavanda Puig que mearán- el director general de la Fundació, Miquel Pueyo, Secretario de Política Lingüística (sí, porque parece que Micro$oft ha venido -gracias le sean dadas a Sant Guillem Portes- a salvar la lengua catalana en el mundo digital, que no sé qué sería del catalán en red sin Micro$oft), y Jordi Bosch, secretario de Telecomunicacions i Societat de la Informació. Aparte, claro -pero ellos ya van con la entrada- de directivos de Micro$oft y otro par de por ahí. Después -la casa es potente y no repara en gastos-, un cóctel (no se hace nunca en este tipo de eventos de la Fundació).
Lo de Micro$oft es para verlo: pocas veces a una empresa concreta se le da tantísimo bombo de forma individual, con tan frecuente cadencia y con tanto derramamiento de baba pública. Claro que hay que reconocer que en sus performances Micro$oft siempre regala llaveros y pegatinas; bueno, en este caso, como los destinatarios son corbatas y gominas, además de los habituales y reglamentarios cagapalanganas del partido correspondiente, lo que regala Micro$oft son lápices USB con 1 Gb de capacidad (cargaditos de software de la casa, altamente útil para la renaixença digital).
La habitualmente mortecina lista «admpub» de Softcatalà (mortecina, repito, habitualmente, pero lleva unos días más activa que de ordinario) se despertó ayer domingo a mediodía rebotándose contra el acto en cuestión a partir de un mensaje de Jordi Mas advirtiendo de la cosa. Comprensiblemente, se organizó el correspondiente concierto de sapos y culebras, más aún teniendo en cuenta que en los útlimos días la lista bajaba bastante calentita precisamente con la Secretaria de Telecomunicacions y Societat de la Informació.
Es sabido que hace ya unos meses decidí, como a la puerta del infierno de Dante, abandonar toda esperanza para Catalunya, no tanto por el hecho de que los políticos le estén tomando el pelo descaradamente al mundo del software libre -en el resto de España también era así, y a base de esfuerzo y de unión en el objetivo común se han ido dando pasitos aquí y allá y va habiendo cosas- sino porque aquí no hay manera con el personal: está muy fragmentado y con muchas ganas de seguir estándolo, a lo que parece. Periódicamente -ahora mismo, sin ir más lejos- surgen iniciativas que intentan cambiar esto, pero trabajan desde parámetros erróneos, empeñados en plataformas y cosas horizontales, muy estéticas, muy democráticas, pero inoperantes. Tan inoperantes que hasta ahora no han podido ni siquiera fundarse. Alguien dirá que en un ambiente de individualismo feroz como el que hay aquí, no puede hacerse otra cosa: quizá, es posible que sea así, pero hay que cambiarlo y, en mi opinión, eso sólo se cambia con estructuras en pirámide que vayan dando resultados, aunque inicialmente sean modestos. Donde nunca se ha conseguido ni una miserable migaja, un modesto panecillo sería un triunfo rayano en lo revolucionario: quizá partiendo de él, podría lograrse la harina necesaria para llegar a obtener una buena hornada.
Y, a falta de un lobby, por ínfimo que sea, los políticos están al completo e incondicional servicio de Micro$oft, poniendo con ello al sector público catalán en el ambiente de panolismo digital más increíble que pueda verse en España (y ojo que, entre unas cosas y otras, España, como común, no es manca). Porque hay que tener en cuenta que, además, en el tema de los sistemas operativos y formatos libres, no hay alternativa política: con CiU tendríamos (tuvimos) lo mismo de lo mismo, sólo que, a diferencia de los de ahora, nunca anduvieron con cuentos ni camelos: el portazo fue directo y en las mismas narices. El mundo de la empresa, en cambio, me preocupa mucho menos; en las empresas mandan los números y éstos son claros: Micro$oft pierde. Lo único que disuade a las PYMEs catalanas para pasarse al software libre es el coste de las migraciones, pero cabe esperar que Window$ Vi$ta eche una mano al respecto con su pública y notoria exigencia de maquinón que para las PYMEs será altamente disuasoria. Invertir a la fuerza por invertir a la fuerza -pensarán muchos- hagámoslo en algo que nos garantice que esta sea la última vez que nos pase.
Catalunya, en definitiva y si no ocurre una especie de milagro antes, cambiará a los sistemas operativos y formatos libres cuando no le quede más remedio, dentro de unos años, cuando el común de España y varios países europeos ya lleven una trayectoria considerable en la materia y su uso sea tan inevitable como la fuerza de la gravedad. Entonces sí, deprisa y corriendo, con unos costes aberrantes y con los políticos, éstos u otros, columpiándose y echándose flores sobre lo avanzadísima y puntera que es Catalunya en materia de innovación.
Y a Catalunya, a cada día que pasa, le van cuadrando ya aquellos versos llenos de dolor y de asco que Machado dedicara al atraso mesetario:
Castilla miserable,
ayer dominadora,
envuelta en sus harapos,
desprecia cuanto ignora
Aquel fet diferencial (el de verdad) que, en medio de una España decadente y aherrojada, llevó a Catalunya a lo más alto en épocas y circunstancias dificilísimas, realmente muy complicadas, incluso dramáticas, ha sido ahora secuestrado y enterrado en vida por la peña de políticos de perfil más bajo que se haya visto jamás; y por una sociedad apática, carente de dinámica propia y que no reacciona.
Bon cop de fems.