El español es mío

De la serie: «Correo ordinario»

La patochada de la semana -de la semana pasada, se entiende- nos ha venido servida por los indios mapuches. Siento decirlo, sobre todo porque los de IU y similares igual me califican de mapuchófobo, que si es por éstos, puedes calificar de hijoputa para arriba a un caucásico y no se inmutan, pero como llames tonto a un chino te ponen a parir por xenófobo, racista y no se cuántas cosas más; como, además, sospechen discriminación de género, pueden llegar a pedir que se convoque al tribunal de Nühremberg para que te ahorquen.

Bueno, resulta -como muchos ya sabréis- que los indios mapuches en cuestión, amigos y residentes en Chile los cuatro o cinco que más o menos son, han demandado a Micro$oft, o amenazan con hacerlo, por traducir a su idioma el Window$, cosa que consideran una vulneración… ¡de su propiedad intelectual! Es lo que, con toda razón, Antonio José Chinchetru califica de hacer el indio; que vaya con cuidado, que también a él lo van a echar a la hoguera por indiófobo los fans de ese triste don Gaspar.

Chinchetru se lanza, en el artículo enlazado, a poner de relieve la estupidez de los aborígenes chilenos (vamos a no llamarles indios, buen rollito, tú…) y el despropósito que implica esta reclamación. No es que no tenga razón, que la tiene sobrada, pero a mí me llaman más la atención dos aspectos de la cuestión.

El primero es que la mapuchada esta no es -anécdota estúpida aparte- sino un indicador de a dónde se está llegando con este asunto de la propiedad intelectual. En sí mismo y en esa criminal apetencia que invade el orbe consistente en atribuir forzosamente precio (y apropiárselo, claro) a todo lo que tiene valor. Yo estoy seguro de que, en este momento, hay cerebritos tratando de encontrar la fórmula para apropiarse del aire y, obviamente, cobrarnos a todos por él. ¿Por qué no, después de todo? Ya hay compañías que se han apropiado del agua, otras que, patentes mediante, se han apropiado de recursos naturales enteros -principios activos de diversas plantas, por ejemplo- y, por supuesto, esta brutalidad de la propiedad intelectual que, como mentira repetida millones de veces, ha pasado a ser una verdad tan natural.

En este contexto, uno se pregunta por qué los mapuches dichosos no iban a a querer aprovecharse económicamente de la propiedad intelectual que ostentan -según ellos- sobre su idioma. Puestos a inventar burradas (en esta materia, parecería que ya no viene de una más) podríamos los hispanohablantes apropiarnos de la lengua española y así -¡leches, qué invento!- obligar a los autores a que nos pagaran a todos un canon por el uso de nuestra propiedad intelectual. ¿Qué coño es eso de cantar o de escribir en español gratis? ¡So pirata! A pagar un canon se ha dicho… Hasta podríamos crear una entidad de gestión de derechos lingüísticos: la SGHE (Sociedad General de Hablantes del Español) y que les fuera pasando al Teddy Bautista, al correspondiente piernas de C€DRO y al resto de la banda la correspondiente factura por el uso de la lengua española por parte de sus patrocinados.

El segundo aspecto es verdaderamente interesante, fantasías cerveceras aparte. Supongamos que los mapuches demandan a Micro$oft… ¿No sería muy ilustrativo leer las alegaciones de su defensa letrada? Cabe imaginarse a Micro$oft alegando ante un juez que un idioma forma parte del procomún, que constituye conocimiento no apropiable. Me iba a caer de la silla de risa viendo los esfuerzos que harían los leguleyos de Ballmer tratando de impugnar la menor sin tocar esa mayor que, supuestamente, les permite patentar el software y predicar su patentabilidad en todo el orbe. Señoría, yo puedo patentar algoritmos matemáticos bajo forma de software, pero los apaches, los comanches, los mapuches o como coño se llamen no pueden apropiarse de su idioma así por las buenas. ¿Por qué? Bueno, pues… porque no… porque… ¡porque yo facturo una millonada al año y Su Señoría se calla, joder ya, tanto rojo, tanto comunista y tanta leche..!

Quizá los mapuches no sean tontos y hayan visto en toda esa comedia una buena forma de sacar pasta, la pasta que gustosamente pagaría Micro$oft para ahorrarse un pleito con un fondo tan incómodo en el que el monopolio ocuparía una posición tan comprometida (vaya por Dios: después de tanta cagarela, va a resultar que son ellos los piratas…). Para eso tenemos la Fundación Bill & Belinda Gates, Premio Príncipe de Asturias, poca broma, cuyo voluminoso talonario -quizá más incluso que el de Ballmer- puede ser utilísimo para el caso: un plan de desarrollo para los indios (con perdón) mapuches a base de millones de dólares que comprenda -además de tropecientas licencias gratuitas de Window$ Vi$ta- un plan de caminos, viviendas, escuelas, regadíos, instalaciones de ganadería intensiva, quizá un aeropuertecito y una saneada cuenta corriente para el jefe y sus consejeros o como quiera que se denomine y estructure la pirámide dirigente de la tribu en cuestión y nos olvidamos de pleitos y de tonterías ¿eh, muchachos?. Y, con un poco de suerte, B&B Gates podrían aspirar al premio Nobel de cara al año que viene o al otro.

Aunque la Academia sueca salga indudablemente más cara que la Fundación Príncipe de Asturias, la casa es potente y no repara en gastos, faltaría más.

C’est la vie
© Ámbito francófono SL, 2006

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Comentarios

  • lamastelle  El 27/11/2006 a las .

    Rojo, mason, comunista, pirata, la dron. El idioma español ya tiene dueño, que viene siendo esa real acaemia que pone un copyrigth en la gramatica y en el diccionario 🙂

  • Monsignore  El 27/11/2006 a las .

    Caro figlio, ponte en contacto urgentemente conmigo: Acabo de patentar el alfabeto (tanto en mayúsculas como en minúsculas), y tenemos que arreglar ciertas facturillas por el uso no autorizado de mi propiedad intelectual.

    Y espera, que ahora voy a por la patente de los palotes (verticales, horizontales, y puede que hasta los oblicuos). De esta, cuelgo la sotana y me dedico a la vida contemplativa 🙂

    Oh, mísero de mí; oh, infelice…

  • Ángel Bacaicoa  El 29/11/2006 a las .

    El ayuntamiento de Coca ha pedido que se le pague por el oxígeno que producen sus afamados bosques ¡Esto empieza a dar miedo!